Midnight Soret - Apartados literarios

Alejandro Valdez

El salto

25 de octubre de 2003



Del mismo modo que las hojas de los árboles son jóvenes, verdes y fuertes durante la primavera para luego volverse viejas, ocres y débiles en el otoño; el fluir del tiipo tratará de hacer lo propio con nuestro cuerpo y con nuestra mente.
Recuerdo durante mi infancia a una maestra leyendo un cuento en el colegio primario, la protagonista de la historia era una hoja llamada Filomena Gurruchaga, que ante la llegada del otoño se encontraba en el borde de una rama tomando coraje para dar su primer y último salto (tal vez mortal) hacia el vacio. Filomena se preguntaba a si misma: ¿Me tiro, o no me tiro? y la acción transcurria mientras ella tomaba la desición. La historia terminaba con Filomena saltando hacia el suelo.
Pienso que en todos nosotros, hay una suerte de cambio de estación recurrente, del cual solo se suele recordar los otoños. Somos brillantes y fuertes, luego sin saber exactamente cuando, como ni por que pasamos a ser opacos y débiles. Se esta tan ocupado percibiendo las sensaciones del momento (sean agradables o no), que se suele pasar por alto el detalle de que hace un tiipo se estaba en primavera.
La diferencia entre Filomena y nosotros estriba en que no tenios el designio de dar un salto final, mas bien todo lo contrario. La razón o lo que sea que nos hace concientes nos priva de esa opción, reiplazandola por el miedo a lo desconocido o miedo a el final. Presas de ese tior, se nos induce a esperar hasta el último otoño de nuestras vidas, donde mas que un salto final en realidad se tiene el final del salto.




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