Midnight Soret - Apartados literarios

Alejandro Valdez

El último minuto

2 de noviembre de 2003



Aquí estoy, acaba de pasar el último minuto de mis veinticinco años. Tantos posibles usos pude darle a ese minuto, por ejemplo pude haberlo dedicado a mirar lo increiblemente grande y bello que esta el cielo esta noche, o escuchar una canción que me haga sentir especial. Pude utilizarlo para besar a alguien, o tal vez despedir ese minuto en un bar junto a quienes son cercanos a mis afectos. Pude haber leido una página de un libro, o comenzar a escribir mi propia obra. Tanta libertad, tantas opciones y sin embargo me dejé llevar por la costumbre: Me senté a ver como pasa el tiempo.
Los primeros diez segundos pasaron con lentitud, como el latir de un corazón cansado. Lo siguientes diez fueron inconstantes, algunos duraban mas de lo debido (los que no querian irse) y otros menos (los que no soportaban quedarse). El veintunavo segundo no apareció en el segundero, pasó directo al número veintidos. Los siguientes ocho segundos también desaparecieron y en su lugar apareció el número treinta. Si me preguntan creo que prefirieron irse, seguramente tenian mejores cosas que hacer. Un viejo conocido, el segundo treinta y uno me encontró muy concentrado en mi reloj, me pidió que me relajara porque ya habia llegado el segundo treinta y tres. El treinta y cinco fue gentil conmigo. Dijo que sabia como hacer para volver a comenzar ese minuto, pero que no tenia tiempo para contarmelo y se fue. El segundo treinta y ocho me agradeció por el protagonismo que le estaba dando, y me comentó que le gustaba ser tenido en cuenta. Luego vinieron unos segundos indiferentes, que solo parpadeaban en mi reloj. El segundo cuarenta y nueve me gritó que aun tenia diez segundos mas para hacer algo, que me diera prisa. El tenia razón, pero ¿qué podia hacer en tan poco tiempo?.
Llego la recta final, el segundo cincuenta me encontró un poco ansioso y con un gesto de desaprobación dejó su paso al siguiente. Cansados de esperar su turno pasaron el cincuenta y uno, el cincuenta y dos, y el cincuenta y tres. El cincuenta y cuatro dejo caer una lágrima, se sentia despreciado por mi. El cincuenta y cinco secó el piso y el cincuenta y seis me preguntó si estaba contento con lo que le habia hecho al cincuenta y cuatro. Los segundos restantes pasaron en silencio, sin llamar la atención. Salvo el cincuenta y nueve que para mi sorpresa, le dejó el lugar al treinta y cinco. Dijo que habia vuelto para decirme como volver al inicio de ese minuto y tener una segunda oportunidad para vivirlo, para disfrutarlo. Me dijo que prestara mucha atención porque solo por esa vez se me permitiria semejante beneficio. Me acerqué al reloj lo mas que pude. Me acerque lo suficiente como para ver que al cero que lo tomó por sorpresa y lo hizo callar.
Aqui estoy, acaba de pasar el primer minuto de mis veintiseis años.




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