Midnight Soret - Apartados literarios

Alejandro Valdez

La revelación

9 de mayo de 2003



El radio reloj marcó las 8:30 y como un susurro dejo sonar por el parlante a Donna Summer cantando she works hard for the money. El estaba dormido en la cama, boca para arriba. Las frazadas lo tapaban hasta la altura de los ojos.

Despertó y escuchó la música. Acababa de tener el sueño mas extraño del que tuviera memoria. Luego de muchos años de psicoanálisis, interminables charlas de café, terapia cognitiva y toda herramienta que estuvo a su alcance, ese sueño le había revelado lo mas profundo de su ser. Aquello que no podía ser visto por un terapeuta, por un amigo, por un familiar y mucho menos por si mismo.

Entreabrió los ojos y miró hacia el frente: la habitación en penumbras, sin duda había sido un sueño. Sabía que en cuanto hiciera el mas mínimo movimiento lo olvidaría todo: un parpadeo, dejarse llevar por la música o acomodar las sábanas, ni siquiera pensar demasiado. No debía perder el hilo de la somnolencia, ese hilo que lo unía al mundo de los sueños era lo que permitía mantener las imágenes aun presentes, los sonidos retumbando en su mente como si realmente los oyera.

Su padre, su madre, el marido de su madre, la mujer de su padre, una novia, un amigo, desnudos o vestidos con atuendos inapropiados, comidas inventadas, violencia, soledad, dolor, sexo, flores, la lluvia y mucho mas: Ahí estaba todo, la punta de la soga que desataría el nudo de su inconsciente.

La radio seguía sonando, pero no para el, había logrado ignorarla; perdió noción del tiempo y se concentró en aferrarse a ese regalo que había recibido. Lentamente unió las piezas de todo lo que tenía ante el. Algunas cosas eran tan pequeñas que le parecía increíble que aun estuvieran ahí, recuerdos muy lejanos, detalles pasados por alto, frases olvidadas. Era mas natural que se perdieran a lo largo del tiempo, pero aún tenia recuerdos de su infancia que se mezclaban con los de su adolescencia y los de su presente haciendo un todo.

Estaba contento y sonreía, se sentía iluminado y preparado para enfrentar su vida que ahora sería distinta. Sus temores y deseos estaban expuestos en forma tan simple que le sería facil lidiar con ellos. Sentía que podría ver por fuera del velo que hacía que todo se tornara gris y opaco.

-Me pica la cabeza.- Murmuró e inmediatamente rascó su cabellera.

Cuando termino de rascarse, miro el reloj y pensó que se hacia tarde para llegar a la oficina. Saltó fuera de la cama, buscó en su guardarropa prendas limpias para vestirse. Abrió la ventana y la habitación se llenó de luz, el aire frío de la mañana lo ayudó a despabilarse. Estaba hambriento, pero no había tiempo para desayunar. Tomó su portafolio y corrió hacia la parada del colectivo. En su carrera se dio cuenta que no llevaba corbata ni se había peinado o mirado al espejo.

Una vez arriba del ómnibus, mientras viajaba hacia la oficina, saco del portafolio un libro amarillo con letras azules. Decía en su tapa: Interpretación de los sueños, un enfoque moderno. Una abuela sentada a su lado, dejó de mirar por la ventanilla y leyó el título del libro. El observó el interes de la anciana y con una mueca parecida a una sonrisa le dijo:

-Treinta pesos tirados a la basura, yo nunca sueño.-




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