|
Midnight Soret - Viajes literarios
Numero 5
Matar o Morir
De Mariano Petrakovsky
15 de junio de 2004
Son las 4:44 AM, es de noche, y estoy en la cafetería de una estación de servicio YPF, el idiota que atiende es el mismo que nunca esta dispuesto a prepararme una hamburguesa, pero aun así soy gentil con él y le pido un capuchino de la mejor manera.
El telgopor de estos vasos nuevos es mas fino, como si tuviera burbujas mas pequeñas. Idiotamente siempre sentí que el telgopor tenia burbujas. Que se yo.
Enciendo un cigarrillo, tuve que comprar Marlboro común, porque ese estupido no tenia Marlboro Box, esta bien, no es su culpa, pero me hace sentir bien tomarle mayor desprecio. Enano de mierda con esa gorra horrenda que seguro lo obligan a llevar, pero que prefiero pensar que el esta orgulloso de portarla.
Es inevitable, me enojo, pero me mantengo calmo, así siempre fui, así soy, pero este cigarrillo no sabe igual que los box y nadie puede convencerme de lo contrario.
Miro hacia delante y veo acercarse a una mujer delgada, no muy alta, de caminar muy femenino, de ojos oscuros y de cabello algo alborotado. Empuja la puerta y entra, se para delante mío, del otro lado de la mesita, se quita el gamulan, se sienta y suspira.
- Hola Aaron, ¿como estas?
- Bien, ¿vos amor?
- Bien, re cansada, estoy podrida la verdad, nadie se hace cargo, parece que a mis hermanos no les importa lo que le pase a papa, y yo siento que tengo que estar ahí, perdoname por llegar a esta hora.
- No, esta todo bien, lo importante es que ya estas acá Maria Marta. - le sonrío, me sonríe.
- Ay esperame un minuto que tengo que ir al baño.
- Si amor, anda.
Maria Marta se levanta y la sigo con los ojos, le miro el trasero y me sonrío. Mientras se aleja voltea la cabeza y me sonríe, y le devuelvo la sonrisa a la vez que largo el humo de mi cigarrillo.
Pasan los minutos y Maria Marta no regresa. Se que esta cerca, en el tocador, pero me invaden unas lastimosas ganas de llorar. Respiro hondo, me arde el pecho y rompo en llanto. Solo. Porque tardara tanto en regresar, pienso y lloro. Sobre la silla de al lado de donde ella estaba esta su bolso. Lo observo, me quemo con la colilla de lo que antes era mi cigarrillo y la apago. Tomo el bolso impulsivamente, atolondrado, meto la mano y mis dedos palpan un frasco de plástico. Lo saco. Pido otro capuchino. El enano de mierda ese tarda como 3 minutos en traerlo. Sin mirar la etiqueta saco una pastilla del frasco y la ingiero dándole un sorbo largo al café. Meto el frasco de nuevo al bolso y lo dejo como estaba, acomodo incluso las tiras del bolso para que no sospeche nada, las arrugas exactas, la inclinación justa. Soy muy precavido cuando quiero serlo.
Maria Marta me abraza por detrás y me besa en el oído provocándome una sensación rara, no fea, solo rara. Me tira un te amo antes de volver a sentarse frente de mi.
- Te extrañe -le digo aun a costa de parecer tonto
- Yo también Aaron, me hiciste mucha falta
Me confunden sus palabras pero ahora me preocupa mas el hecho de sentirme mareado. Pastillas del orto. Creo que tengo ganas de vomitar. Cierro los ojos con fuerza tratando de recomponerme y ella lo nota pero no dice nada.
- Necesito ir al baño amor
- Esta bien, anda que yo me pido algo para tomar, ¿te sentís bien?
- Si, quedate tranquila.
Me paro tratando de caerme y quedar en ridículo. El terror al ridículo es una de las cosas que nunca pude superar. Camino firmemente midiendo cada paso pero lo suficientemente rápido como para no parecer ebrio o algo peor.
Estoy frente al espejo del baño mirándome, la cara me chorrea agua, vuelvo a mojarla para recuperar la cordura pero ya siento el corazón palpitarme mas rápido de lo habitual. Miro mis ojos y están rojos. Tengo el pelo hecho un desastre. El blanco de los azulejos del baño produce un contraste interesante con el rojo de mis ojos. Mi corazón late mas rápido, casi me duele, puedo escucharlo con claridad, si no me calmo creo que voy a morir. Pienso en Maria Marta, pienso en Belén mi novia. Dios, que alguien venga. Poso mi mano sobre mi corazón y los latidos hacen que mi mano se levante intermitentemente como cuando uno la posa sobre un amplificador encendido donde suena música dance. El dolor es insoportable. Siento como las costillas que protegen mi corazón están cediendo y se doblan, se rompen. Mi cuerpo se mueve exaltado, mi corazón quiere salirse de donde esta prisionero y tengo que ayudarlo, pero como mierda hago. Con la mano libre le doy un puñetazo al espejo y me corto los nudillos. No me importa si alguien escucha pero desearía que alguien viniera. Me estoy muriendo la puta madre, me estoy muriendo.
Tomo un pedazo filoso del espejo, lo sujeto fije con la mano y algunos hilos de sangre me corren por la palma. Mi corazón furioso empuja las costillas para afuera y ya cortan la piel de mi lampiño pecho. Con el trozo de espejo empiezo a escarbar mi piel sintiendo el nuevo dolor como algo transitorio. Rasgo y rasgo carne, músculo, pedazos de hueso caen en el piso pero sigo escarbando. Tengo que liberarlo. Tengo que liberarme. Por fin se asoma mi corazón que sigue latiendo enojado. Salta de mi pecho y cae en el suelo y yo con el unido por arterias. Los latidos hacen que se arrastre hacia el inodoro y llevándome con el.
- NO VOY A DEJAR QUE ME AHOGUES AHÍ, HIJO DE PUTA!! -le grito.
Con el espejo corto las arterias que me unen a mi ahora enemigo.
Y la paz no sobreviene. Sin corazón mi cuerpo no sabe como comportarse pero ese no es mi problema, que se joda. Me pongo de pie y con los retazos de mi rasgada camisa hago un nudo para cerrar mi pecho alrededor de mi, ahora, desnudo torso.
Mi corazón late sonoramente, no con el golpeteo que produce dentro de mi cuerpo si no mas licuoso contra el piso del baño. Por las arterias cortadas salta sangre. El muy jodido juraría que ahora me mira. Y en un pestañeo es dos veces mas grande, luego tres veces, y así hasta tomar el tamaño de un perro grande, no se un San Bernardo o algo así. Los incesantes latidos ahora son también mas audibles pero nadie viene de fuera para ayudarme y yo no pienso pedir ayuda.
El gigante me gruñe, lo percibo, lo oigo, lo siento en mi pecho aunque este fuera de el. Tengo que matarlo, es matar o morir. Así se vive, así aprendí, así sobreviví. Le arrojo el cristal que aun tengo en mi mano y se clava al medio. El corazón se hincha, parece que va a explotar y mis ojos empiezan a chorrear lagrimas. El corazón se divide en dos, justo a la mitad y ahora son dos corazones que laten cada uno a su ritmo, a su tiempo. Se me acercan arrastrándome con cada latido. Las dos partes quieren entrar en mi pecho, sienten frió, lo se, pero no caben las dos partes, dudo que quepa una, pero ahora las amo, a ambas partes. Están llorando. Yo estoy llorando también. Ya no lo resisto. Quiero salir corriendo de allí. Me abalanzo a la puerta pero esta cerrada. Me encerraron.
- ABRANME!! ESTOY ACA!! ENANO DE MIERDA ME ENCERRASTE!!! ABRIME TE VOY A MATAR!
No hay respuesta y las partes se alejan una de la otra. No se me acercan mas. Ya no quieren lastimarme quieren volver. Laten mas despacio, cada una a su ritmo, pero mas despacio. Vuelvo a sentir que me observan. No con odio, no con rencor. Me observan pasivamente, esperando que yo actuara. Caigo sentado contra la puerta, sin quitarles los ojos de encima. Cierro los ojos. Estoy agotado. Ya no quiero pelear mas. Abro los ojos, y los corazones ahora empiezan a disminuir su tamaño. Pero se acercan. Una de las partes ya esta tan cerca que podría tocarla. La otra esta mas lejos pero avanza con la misma fuerza. Cuando la primera de la partes esta al alcance de mi mano se detiene, y la segunda parte, aunque mas lejos, también cesa su avance. Si me estirara un poco llegaría a la segunda parte también.
Desato el nudo de la camisa y mi pecho se abre dispuesto a aceptar lo que antes rechazaba. Se que ambas partes no caben y no puedo saber cual es la que mejor me sienta. Me desespero. Las elecciones siempre fueron mi fuerte, pero en ese mismo instante, en ese lugar tan frió, tan solitario, los brazos no me reaccionan. Estiro ambas manos para intentar tomar ambas partes pero es inútil solo consigo hacer funcionar los brazos de a uno y siento, no se porque motivo, que en cuanto tome una de las partes ya no podré tomar la otra. Vuelvo a intentar levantar ambos brazos y el fútil intento provoca que mi cuerpo se estremezca y mi mente se nuble de imágenes del pasado. Antiguos amigos, antiguos amores, peleas en la calle, mi sangre eterna volcándose en una mesa y la visión de una casa grande y solitaria donde me encuentro sentado. Tengo los ojos cerrados.
Ya tengo mas fuerzas. Aun con los ojos cerrados me levanto y no los abro por miedo a ver los caminos de sangre con las partes de mi corazón al final de los mismos. Me apoyo en el picaporte de la puerta y se abre. Me sobresalto pero mantengo mis ojos cerrados. Abro la puerta y salgo. Mis ojos se abren de par en par, y la intensa luz blanca de la cafetería me ciega un momento. Me quedo parado, me froto los ojos, miro mi camisa que esta intacta salvo algunas manchas de agua y bilis.
Camino hasta la caja. Miro al tipo que atiende.
- Flaco, disculpame pero me descompuse y no llegue al inodoro.
- Esta bien, no te hagas problema - me dice el enano, con una seriedad que demuestra su enojo.
Enano de mierda, pienso.
Camino hasta donde esta sentada Belén. Con su pelo castaño y esa mirada penetrante. Me siento frente a ella. El frasco de pastillas esta sobre la mesa. Belén me mira, no me sonríe, toma el frasco, lo abre y saca tres pastillas. Ingiere una sin dejar de mirarme. Se levanta, me besa en la frente y se marcha dejando las dos pastillas sobre la mesita con el frasco vació al lado.
Me quedo sentado mirando las pastillas. Maria Marta me abraza por detrás, pero esta vez me besa en la mejilla. Se para delante mío. Me sonríe, no le sonrío. Se inclina y toma una pastilla y se la traga con ayuda del vaso de telgopor que supongo tiene café.
- Me voy Aaron. Esa pastilla es para vos, el frasco si queres tiralo esta vació. Cuando pueda te mando un mail y nos volvemos a ver. Perdoname otra vez.
- Esta bien no me pidas perdón, yo entiendo.
Me besa en la frente y se va.
Me quedo un instante con la mente en blanco. Mirando el frasco vació.
Siempre me pregunte como mierda se hacen esos frascos plásticos.
Tomo el frasco entre mis manos y por primera vez leo la etiqueta.
Una lágrima se me escapa producto de un nudo en la garganta.
La palabra "SOLEDAD" en la etiqueta del frasco me deja perturbado unos segundos. Miro en derredor y el enano esta trapeando el piso. Me tranquilizo como siempre hago. Me pongo de pie. Tiro el frasco. Agarro la pastilla, la tiro al aire y la agarro cuando esta a mi alcance. La miro y la meto en el bolsillo de mi campera de Jean. Me enciendo un cigarrillo. Y me marcho. Definitivamente estos cigarrillos no tienen el mismo sabor que los que son Box. Una lágrima huye de uno de mis ojos pero el viento hace que no llegue hasta el final de mi mejilla.
[Volver a "Viajes literarios"]
|
|