Con un poco de frustración por no haber podido recorrer el laberinto, fijamos un nuevo destino:
el puente Zarate-Brazo Largo.
Compramos facturas en "Facturas Inolvidables", una panadería cercana a la estación de Escobar, que atiende en el pasillo de una casa que da a la calle. Esperamos el tren de las 15:41 que media hora después nos dejó en Zarate.
Averiguamos que el puente que tiene un extremo en el pueblo de Zarate y el otro en la isla Talavera se llama Bartolomé Mitre y cruza por sobre el río Paraná de las Palmas, siendo uno de los dos puentes que componen el complejo carretero vial Zarate-Brazo Largo. El otro puente se llama Justo José de Urquiza, une la isla Talavera con la provincia de Entre Ríos cruzando por sobre el río Paraná Guazú. Entre estos dos puentes hay una distancia de 22km.

Nos dejó pasar pero no pareció hacerle mucha gracia, a nosotros si nos causó gracia atravesar un puesto de peaje sin pagar nada.
Desde el puesto de peaje hay 300m de caminata hasta que comienza el puente, allí aparecen guardarrails a ambos lados del camino, formando un pasillo de 50cm con la baranda del puente. La subida es muy suave y casi no se siente, lo que sí se siente son los autos pasando a mas de 80km/h a medio metro de distancia.
Luego de 00:30 de caminata llegamos hasta estar en el punto del puente que está en sobre el medio del río Paraná de las Palmas, la vista era deslumbrante: Hacia abajo un abismo de 50m y hacia el frente el río perdiéndose en un horizonte lleno de pastizales que parecían no tener fin.

Aprovechamos un momento y un lugar tan especial para merendar las facturas de Facturas Inolvidables (hicieron honor a su nombre), y seguimos caminando hasta terminar de cruzar el puente: queríamos ver que había del otro lado.
De vez en cuando algún automóvil pisaba alguna piedra y esta salía disparada para nuestro lado, por el ruido que hacían las piedras al golpear contra el guardarrail es claro que de habernos pegado alguna piedra en el rostro nos hubiera hecho bastante daño.

Mas o menos a la mitad del camino de vuelta, escuchamos truenos y el cielo se iluminó con relámpagos. Nos detuvimos un momento a ver el espectáculo de estar en primera fila para ver los refucilos en el cielo y las luces de la ciudad de Zarate. Cuando reanudamos la marcha una suave lluvia comenzó a caer sobre el puente.
Apuramos el paso y llegamos al puesto de peaje en 00:40, un tanto húmedos. Usamos un teléfono público que hay ahí para llamar un remís y que por $5 nos llevó de paseo por la costanera y nos dejó en la puerta del club Ferroviario (algo similar a una asociación de fomento) que era lo mas parecido a un bar en las cercanías de la estación de tren.

A las 20:30 subimos al tren y presenciamos como se engancha una locomotora a una formación de vagones, estaba muy oscuro para sacar fotos.
Si el tren era feo durante el día, de noche era varias veces peor. Apenas tenía tres lámparas prendidas en todo el vagón, algunas ventanillas no cerraban y había un silencio inquietante.
El viaje de vuelta a duró 02:30, combinación en Villa Ballester mediante.