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Midnight Soret - Expediciones
Al filo de las sierras de Merlo
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Preparativos
Se acercaba un fin de semana largo y teníamos 5 días para realizar el viaje.
El primer impulso fue elegir un destino lejano, dispuestos a invertir un día en
el viaje de ida y otro día en el viaje de vuelta, con la intención de llegar a
algún lugar que justificara el tiempo de viaje. Miramos al sur y encontramos el
Parque Nacional Lanín, teníamos la firme decisión de visitarlo hasta averiguar
que los pasajes costaban $250 ida y vuelta por persona. Resultó demasiado dinero
para estar solo 3 días, lo cual nos hizo buscar un destino mas cercano.
Haciendo memoria, recordamos que en nuestro
primer viaje a Merlo tuvimos mal clima y no pudimos conocer las sierras
cercanas al lugar, ni visitar el cerro de Las Ovejas que se creé es el mas
alto de la provincia de San Luis. Decidimos dirigirnos a Merlo con el objetivo
de encontrar y ascender el cerro de Las Ovejas.
Conseguimos pasajes de ida y vuelta por la compañía de ómnibus TAC para el
tramo Retiro-Merlo por $61 por persona para la ida y el mismo precio para la
vuelta.
En esta oportunidad armamos las mochilas con lo mínimo indispensable, teniendo
en cuenta la posibilidad de realizar un ascenso o travesía entre las sierras
llevando a cuestas las mochilas de viaje. Por este motivo no llevamos alimentos,
ni calzado o pantalón extra, solo la ropa puesta y una muda de abrigo.
Día 1. Miércoles 26 y Jueves 27 de Abril de 2007
Partimos de Retiro a las 21:00 en un ómnibus antiguo, casi sin pasajeros.
Nuestros asientos eran los que están frente al parabrisas del primer piso, una
hora después nos sirvieron una cena caliente, vino y café. Por la mañana
disfrutamos de la salida del sol que asomaba entre el cordón serrano, el servicio
llegó a horario a destino, dejándonos en la nueva terminal de ómnibus de Merlo
minutos antes de las 8:00.
En la terminal, tomamos un momento para mirar las sierras con los primeros rayos
de luz, el sol de la mañana empezaba a evaporar una suave neblina que había en
la llanura.
No teníamos idea de cómo llegar al cerro de Las Ovejas, así que apelando a
algunos datos que teníamos de
nuestro viaje anterior supusimos que se podía llegar desde Cortaderas, un
pueblo que se encuentra a 18 kilómetros de Merlo.
En la oficina de turismo de la estación de ómnibus nos dijeron que el camping de
Cortaderas estaba cerrado por estar fuera de temporada turística y nos dieron un
folleto con los campings de Merlo. Llamamos a la oficina de turismo de Cortaderas
(02652-15548663) pero no nos atendió nadie.
Para asegurarnos de que Cortaderas era un buen punto de partida, nos acercamos a
un cybercafé a buscar las coordenadas del cerro Champaquí y otros puntos de
referencia en la zona. Descubrimos que Cortaderas se encuentra al sur de Merlo
donde las sierras son mas bajas, y el cerro Champaquí hacia el norte de Merlo
donde las sierras tienen mayor altura. Descartamos Cortaderas y buscamos la
forma de ir hacia el norte.
Averiguamos en la oficina de turismo acerca del camping que estuviera mas al
norte en Merlo, nos dijeron que en las afueras de Merlo había un camping llamado
"El Escondido" cuyo dueño era Juan "El Largo".
El camping estaba situado mas al norte de la localidad de Piedra Blanca, y no
supieron informarnos si el lugar estaba abierto. Nuevamente nos sugirieron que
fuéramos a alguno de los campings de la Asociación Campings de La Villa de Merlo.
El nombre del lugar y el del dueño nos pareció una señal: teníamos que ir ahí.
Con la firme decisión de no quedarnos en Merlo, esperamos la combi que llevaba
un cartel que decía "CIRCUITO", le pedimos al chofer que nos deje lo mas cerca
posible del hotel Piedra Blanca.
Desde allí caminamos 1 kilómetro por el único camino de tierra que es en subida.
El camino atraviesa el nutrido arrollo Piedra Blanca, para facilitar el cruce de
vehículos el paso tiene un suelo de cemento que actualmente esta erosionado y
tiene algunas varas de hierro que sobresalen del suelo. El arroyo pasaba unos
10 cm sobre el paso por lo que fue necesario cruzarlo descalzos. El agua estaba
helada.
Luego de cruzar el arroyo, la vista resultó deslumbrante: un cordón de altas
sierras verdes y un suelo poblado de árboles, era evidente la escasa presencia
de personas en la zona, el sitio parecía prometedor.
Nos detuvimos a apreciar el silencio y tomar un breve almuerzo. El camino
continuó con una subida pronunciada de 1 kilómetro mas hasta terminar dentro del
parador El Escondido.
Llegamos al parador cerca de las 14:00, allí nos recibieron 8 perros que con
ladridos amenazadores nos invitaron a quedarnos quietos mientras venían los
dueños a recibirnos. Nos atendió Rosa, la esposa de Juan "El Largo" que nos
dijo que el lugar estaba abierto y podíamos quedarnos a acampar.
El Escondido mas que un camping es un parador , tiene una gran extensión de
césped poblada con nogales, algarrobos, álamos y molles. El predio está en la
base de un cordón de sierras llenas de vegetación. Hay un quincho con techo de
paja, dos asadores muy grandes y un horno de barro, tiene 2 baños que están en
construcción (solo tienen inodoros) y no cuenta con luz eléctrica, agua caliente
ni duchas. Hay una gran pileta de natación que se encuentra en construcción, y
por entre medio del lugar circula un caudaloso arroyuelo de 20 centímetros de
ancho. Entre las actividades que se pueden realizar allí se destacan la cabalgata
guiada por entre medio de las sierras ($20), o la preparación de un excelente
asado criollo. El teléfono del lugar es (02652)477767.
Armamos nuestra carpa en lo alto de una pendiente, bajo la copa de un árbol, a
un par de metros del arroyuelo que cruza el lugar. El sitio era realmente
hermoso, pacífico y silencioso, sin duda habíamos encontrado nuestro lugar en
Merlo. Estábamos cansados así que luego de armar la carpa, la primer actividad
que realizamos fue una soberana siesta.
Despertamos cerca de las 18:00, poco después el sol se escondió y comenzó a
sentirse la falta de luz eléctrica. Pedimos permiso para utilizar algunas ramas
secas que había en el suelo y prendimos fuego en uno de los asadores.
Improvisamos una cena con galletas y un salamín, y dedicamos el resto de la noche
a disfrutar del silencio, la oscuridad y la sensación de estar lejos de todo.
Día 2. Viernes 28 de Abril de 2007
Llovía. Por la madrugada sentimos el sonido del viento y el ruido de la llovizna,
al despertar los cerros que estaban a menos de 200 metros eran invisibles tras un
manto de niebla.
Al mal tiempo buena cara, desayunamos y le preguntamos a Rosa donde comprar
alimentos. Nos indicó que fuéramos a Piedra Blanca donde hay una despensa y un
kiosco, para ello debíamos deshacer el camino que hicimos a la ida, llegar al
pueblo y seguir la calle asfaltada hasta llegar a la plaza de Piedra Blanca.
Llegamos a la despensa y compramos alimentos para el resto de nuestra estancia:
frutas, verduras, pastas, latas, pan, y fundamentalmente salamines y chocolates,
en total gastamos $50. Los precios eran similares a los de Buenos Aires.
A la vuelta pedimos un remís por teléfono, mientras lo esperábamos cayó un
chaparrón que apenas nos mojó. El viaje en remís fue entretenido por el mal humor
del conductor, el hombre maldecía el camino de tierra que estaba húmedo y en mal
estado. El motor se detuvo varias veces en las subidas, por momentos pensamos que
íbamos a tener que seguir a pie. Finalmente llegamos al parador, el chofer nos
cobró $12 y dijo que nadie de la remisería nos iba a volver a traer con el camino
en esas condiciones.
Valiéndonos de nuestro calentador a gas cocinamos fideos y acompañamos con un
poco de salsa enlatada. Luego del almuerzo nos dejamos llevar por el cielo gris
y la humedad, entregando nuestras horas a la siesta.
Por la tarde conocimos a Juan "El Largo", dedujimos que el apodo se debe a su
notable estatura. Resultó ser una persona muy amable, de buena conversación y con
sentido del humor. Nos explicó que en esa zona el viento del norte trae mal
tiempo, y al soplar el viento sur se suele despejar el cielo. Había viento norte.
Mas tarde volvimos a caminar hasta Piedra Blanca para buscar pilas para la
linterna y una bombilla para tomar mate, la caminata de ida y vuelta nos dejó
cansados.
Al caer la noche intentamos encender fuego, tarea nada sencilla cuando la leña
esta húmeda. La cena fue un plato de arroz con atún, seguido de un café y la
compañía de las llamas, bajo un cielo rosa oscuro que prometía lluvia durante
la noche.
Día 3. Sábado 29 de Abril de 2007
Nos despertamos cerca de las 10:00, el cielo que se estaba despejando, no había
sol pero quedaban pocas nubes y lo mas importante no había niebla.
Charlamos un rato con Juan que es nativo de Merlo, nos contó que técnicamente
el parador El Escondido se encuentra en la provincia de Córdoba y que el límite
provincial esta marcado por el arroyo Piedra Blanca, que cruza el camino de
tierra que termina en el parador.
Le consultamos sobre como llegar el cerro de Las Ovejas, dijo que el cerro se
encuentra internándose entre las sierras, pero que no tenía un distintivo
especial y no era fácil diferenciarlo del resto de los cerros. Dijo que estaba
bastante lejos y que para llegar se demoraba un día a caballo. No supo decirnos
si el cerro se encontraba en territorio de la provincia de San Luis, ni si era
el cerro mas alto de la provincia.
Sin un sendero, indicaciones claras o las coordenadas del lugar, no tenía sentido
tratar de encontrarlo. Así que nos propusimos visitar las sierras que rodean
Merlo y familiarizarnos con la zona. Tomamos un breve desayuno y nos preparamos
para subir uno de los cerros que están al lado del parador.
Estos cerros son distintos a los que estábamos acostumbrados, están tapizados de
pastos altos, hierbas medicinales, y plantas con espinas de diverso calibre.
Además tienen bastante pendiente y entre los pastizales hay piedras grandes que
no están del todo firmes.
Cerca del mediodía comenzamos el ascenso, para lo cual elegimos una cima y
subimos por donde nos fue posible dado que no había senderos. En media hora de
ascenso se aumenta suficiente altura para disfrutar una vista panorámica.
Es inevitable percibir el aroma a hierbas medicinales que se desprende en cada
pisada: poleo, menta, peperina y manzanilla entre muchos otros que no supimos
identificar.
Un par de horas después habíamos llegado a la cima, desde allí la vista era
hermosa, con la ciudad de Merlo en el centro y mas allá el valle del Conlara.
Nos dispusimos a almorzar, mientras algunos cóndores volaban muy cerca sobre
nuestras cabezas.
Cerca de las 15:00 comenzamos el descenso, motivados porque no sabíamos cuanto
tiempo nos iba a demorar bajar por la pronunciada pendiente. La bajada fue
complicada y mas de una vez hubo algún resbalón que terminaba con la cola en el
suelo, pero volvimos sanos, salvos y con nuestras ropas llenas de espinas.
Al volver nos encontramos con Juan y su familia que estaban tomando mate, así
que aprovechamos la invitación y nos quedamos a acompañarlos. Conocimos la casa
de Juan que es un antiguo puesto de montaña con paredes de 40cm de espesor
compuestas de piedra y cemento. Mas tarde pedimos permiso para ducharnos en el
baño de la casa de Juan (tienen un termotanque a leña).
Al anochecer nos dedicamos a restaurar una pava que encontramos entre las
cenizas del asador y luego a cenar. La cena fue una ensalada de papas con atún
y huevos duros caseros que nos dio Rosa.
Juan nos indicó donde encontrar leños secos, así que trajimos algunos troncos y
nos quedamos hasta tarde desafiando al frío con las brazas del asador.
Día 4. Domingo 30 de Abril de 2007.
Nuevamente nos despertamos tarde, eran pasadas las 10:30, el día era frío, seco
y soleado. Tomamos un desayuno veloz y le pedimos a Juan que nos mostrara algún
sendero que llevara hacia el filo de las sierras que se podían ver desde allí.
Un poco antes del mediodía partimos por un sendero claramente marcado, media
hora después habíamos subido mas alto que en nuestro anterior ascenso y con
muchísimo menos esfuerzo. Allí Juan se separo de nosotros y nos dio un par de
indicaciones sobre la dirección a tomar para alcanzar el filo siguiendo una
senda poco marcada.
Perdimos la senda. Por mas que buscamos y buscamos, no logramos encontrar el
sendero que subía por la ladera de los cerros hasta llegar al filo. Empecinados
en cumplir nuestro objetivo exploramos distintas laderas, buscando la que menos
pendiente tuviera, o fuera mas fácil de subir. Perdimos la paciencia y terminamos
subiendo (al igual que el día anterior) por donde pudimos, sin sendero, de a
ratos en cuatro patas, sujetándonos de las piedras y viendo como las piedras que
se soltaban rodaban por la pendiente durante un buen rato hasta detenerse.
Pasadas las 15:00 llegamos al filo, con el sol en la espalda y la emoción de
quien logra vencer dificultades y tentar a la suerte en algo que pudo terminar
en un hueso fracturado.
En el filo de las sierras, el viento era fuerte y frío. No hay palabras para
describir la vista desde ese lugar, estábamos muy alto y el parador desde donde
partimos apenas era un punto blanco al norte. Al sur podía verse el cerro de
Oro y el camino de tierra que permite a los automóviles llegar hasta un lugar
similar al que llegamos nosotros. Al oeste la ciudad de Merlo, los pueblos que
la rodean, y en el horizonte la silueta de las sierras centrales de San Luis.
Éramos insignificantes en ese paisaje, el viento, el sol, el aroma a hierbas,
el silencio y la soledad de ese paraje justificaba todo el viaje a Merlo.
Apenas nos pudimos quedar una hora y embravecidos por algunas tabletas de
chocolate y sandwichitos de salame, comenzamos el descenso. Caminamos por el
filo de la sierras en dirección al parador, para luego elegir una ladera por
donde comenzar a bajar.
En la bajada perdimos de vista el parador y pusimos a prueba nuestro sentido de
la orientación, atravesamos un espeso bosque de árboles que crecían en la ladera
por donde descendíamos y con las últimas luces del sol encontramos el sendero
que nos llevaba al parador.
Llegamos cerca de las 18:00, muy cansados y sin apetito, solo queríamos
descansar. El sol se ocultó pronto y no nos dio tiempo a cocinar.
Por la noche preparamos una olla de lentejas con salsa, disfrutamos del cielo
lleno de estrellas, y nos fuimos a dormir con el susurro del pequeño arroyo que
teníamos cerca de la carpa.
Día 5. Lunes 1 de Mayo de 2007.
Nos despertamos pasadas las 10:30 y vimos a Juan preparando fuego en el asador,
el día estaba soleado y nos enteramos que esperaba turistas que venían a almorzar
un asado. Nos invitó al festín y aceptamos gustosos el ofrecimiento.
Luego de darnos una ducha nos acercamos a conocer a los visitantes, eran tres
parejas de alrededor de 60 años provenientes de la provincia de Buenos Aires.
Resultaron ser buena gente, con buen humor y buenas historias que contar.
Pero mas simpáticos se volvieron (y nosotros también) después del primer vaso
de vino tinto que nos sirvió Juan.
El almuerzo comenzó con varias docenas de empanadas criollas armadas por Rosa y
cocidas en una olla con grasa pella que estaba apoyada sobre las brasas.
Luego aparecieron sobre las tablas de madera, distintos cortes de carne,
chivito, chorizo y morcilla todos provenientes de las cercanías de Merlo.
Un manjar.
Mas tarde, promediando la sobremesa, Rosa hizo una demostración de cómo preparar
torta, nosotros creíamos que era un bizcochuelo, pero mas bien era un pan con
grasa cocido dentro de una lata de dulce de batata sobre las brasas.
Cuando la torta estuvo lista apareció el mate y nos quedamos charlando hasta que
el sol comenzó a bajar. El costo diario de la carpa fue de $12 ($60 en total),
y dejamos a voluntad $20 extras por el asado.
Desarmamos la carpa, y Juan nos alcanzó hasta el centro de Merlo, allí
fabricamos unos sandwiches y esperamos hasta las 20:30 cuando debió salir
nuestro ómnibus.
El servicio de las 20:30 de la empresa TAC se demoró mas de una hora, y luego
tuvo problemas mecánicos en la ruta, motivo por el cual en lugar de llegar a
Buenos Aires a las 7:50, llegamos a las 11:30.
Algunos Comentarios
En este viaje por fin logramos romper con la costumbre de tratar de hacer
muchas cosas en poco tiempo, desgastándonos al punto de no detenernos a
disfrutar lo que hacemos. Es cierto que no pudimos conocer el cerro de Las
Ovejas, pero estamos mas cerca de hacerlo que cuando partimos de Buenos Aires.
Adaptamos nuestros intereses a la medida de nuestras ganas de descansar, en
lugar de adaptar nuestro descanso a la ambición de nuestros intereses.
Hay que tener cuidado con la información que se recibe en la oficina de turismo
de Merlo sobre campings y actividades fuera de la ciudad, tenemos la sospecha
de que se intenta retener a los turistas dentro de Merlo dando información que
influya a quedarse (por ejemplo, diciendo que un camping en otro pueblo está
cerrado, cuando en realidad realmente no saben si eso es cierto). Del mismo
modo, no había publicidad en la oficina de turismo del parador "El Escondido"
por estar fuera de Merlo, y sin embargo resultó ser un lugar mucho mas bello
que los campings que visitamos dentro de Merlo.
Un dato interesante es que en los alrededores del parador, y en las cimas
cercanas hay señal para teléfono celular.
Hay dos teléfonos donde es posible comunicarse con el parador, el celular de
Juan (02652)15666344 y el teléfono de la casa (02652)477767.
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