Midnight Soret - Expediciones

Al filo de las sierras de Merlo

  Midnight Soret - Sierras de Merlo 2007
 

Preparativos

Se acercaba un fin de semana largo y teníamos 5 días para realizar el viaje. El primer impulso fue elegir un destino lejano, dispuestos a invertir un día en el viaje de ida y otro día en el viaje de vuelta, con la intención de llegar a algún lugar que justificara el tiempo de viaje. Miramos al sur y encontramos el Parque Nacional Lanín, teníamos la firme decisión de visitarlo hasta averiguar que los pasajes costaban $250 ida y vuelta por persona. Resultó demasiado dinero para estar solo 3 días, lo cual nos hizo buscar un destino mas cercano.

Haciendo memoria, recordamos que en nuestro primer viaje a Merlo tuvimos mal clima y no pudimos conocer las sierras cercanas al lugar, ni visitar el cerro de Las Ovejas que se creé es el mas alto de la provincia de San Luis. Decidimos dirigirnos a Merlo con el objetivo de encontrar y ascender el cerro de Las Ovejas.

Conseguimos pasajes de ida y vuelta por la compañía de ómnibus TAC para el tramo Retiro-Merlo por $61 por persona para la ida y el mismo precio para la vuelta.
En esta oportunidad armamos las mochilas con lo mínimo indispensable, teniendo en cuenta la posibilidad de realizar un ascenso o travesía entre las sierras llevando a cuestas las mochilas de viaje. Por este motivo no llevamos alimentos, ni calzado o pantalón extra, solo la ropa puesta y una muda de abrigo.

Día 1. Miércoles 26 y Jueves 27 de Abril de 2007

Partimos de Retiro a las 21:00 en un ómnibus antiguo, casi sin pasajeros. Nuestros asientos eran los que están frente al parabrisas del primer piso, una hora después nos sirvieron una cena caliente, vino y café. Por la mañana disfrutamos de la salida del sol que asomaba entre el cordón serrano, el servicio llegó a horario a destino, dejándonos en la nueva terminal de ómnibus de Merlo minutos antes de las 8:00.

En la terminal, tomamos un momento para mirar las sierras con los primeros rayos de luz, el sol de la mañana empezaba a evaporar una suave neblina que había en la llanura.

No teníamos idea de cómo llegar al cerro de Las Ovejas, así que apelando a algunos datos que teníamos de nuestro viaje anterior supusimos que se podía llegar desde Cortaderas, un pueblo que se encuentra a 18 kilómetros de Merlo.

En la oficina de turismo de la estación de ómnibus nos dijeron que el camping de Cortaderas estaba cerrado por estar fuera de temporada turística y nos dieron un folleto con los campings de Merlo. Llamamos a la oficina de turismo de Cortaderas (02652-15548663) pero no nos atendió nadie.

Para asegurarnos de que Cortaderas era un buen punto de partida, nos acercamos a un cybercafé a buscar las coordenadas del cerro Champaquí y otros puntos de referencia en la zona. Descubrimos que Cortaderas se encuentra al sur de Merlo donde las sierras son mas bajas, y el cerro Champaquí hacia el norte de Merlo donde las sierras tienen mayor altura. Descartamos Cortaderas y buscamos la forma de ir hacia el norte.

Averiguamos en la oficina de turismo acerca del camping que estuviera mas al norte en Merlo, nos dijeron que en las afueras de Merlo había un camping llamado "El Escondido" cuyo dueño era Juan "El Largo".
El camping estaba situado mas al norte de la localidad de Piedra Blanca, y no supieron informarnos si el lugar estaba abierto. Nuevamente nos sugirieron que fuéramos a alguno de los campings de la Asociación Campings de La Villa de Merlo.

El nombre del lugar y el del dueño nos pareció una señal: teníamos que ir ahí. Con la firme decisión de no quedarnos en Merlo, esperamos la combi que llevaba un cartel que decía "CIRCUITO", le pedimos al chofer que nos deje lo mas cerca posible del hotel Piedra Blanca.

Desde allí caminamos 1 kilómetro por el único camino de tierra que es en subida. El camino atraviesa el nutrido arrollo Piedra Blanca, para facilitar el cruce de vehículos el paso tiene un suelo de cemento que actualmente esta erosionado y tiene algunas varas de hierro que sobresalen del suelo. El arroyo pasaba unos 10 cm sobre el paso por lo que fue necesario cruzarlo descalzos. El agua estaba helada.

Luego de cruzar el arroyo, la vista resultó deslumbrante: un cordón de altas sierras verdes y un suelo poblado de árboles, era evidente la escasa presencia de personas en la zona, el sitio parecía prometedor.

Nos detuvimos a apreciar el silencio y tomar un breve almuerzo. El camino continuó con una subida pronunciada de 1 kilómetro mas hasta terminar dentro del parador El Escondido.

Llegamos al parador cerca de las 14:00, allí nos recibieron 8 perros que con ladridos amenazadores nos invitaron a quedarnos quietos mientras venían los dueños a recibirnos. Nos atendió Rosa, la esposa de Juan "El Largo" que nos dijo que el lugar estaba abierto y podíamos quedarnos a acampar.

El Escondido mas que un camping es un parador , tiene una gran extensión de césped poblada con nogales, algarrobos, álamos y molles. El predio está en la base de un cordón de sierras llenas de vegetación. Hay un quincho con techo de paja, dos asadores muy grandes y un horno de barro, tiene 2 baños que están en construcción (solo tienen inodoros) y no cuenta con luz eléctrica, agua caliente ni duchas. Hay una gran pileta de natación que se encuentra en construcción, y por entre medio del lugar circula un caudaloso arroyuelo de 20 centímetros de ancho. Entre las actividades que se pueden realizar allí se destacan la cabalgata guiada por entre medio de las sierras ($20), o la preparación de un excelente asado criollo. El teléfono del lugar es (02652)477767.

Armamos nuestra carpa en lo alto de una pendiente, bajo la copa de un árbol, a un par de metros del arroyuelo que cruza el lugar. El sitio era realmente hermoso, pacífico y silencioso, sin duda habíamos encontrado nuestro lugar en Merlo. Estábamos cansados así que luego de armar la carpa, la primer actividad que realizamos fue una soberana siesta.

Despertamos cerca de las 18:00, poco después el sol se escondió y comenzó a sentirse la falta de luz eléctrica. Pedimos permiso para utilizar algunas ramas secas que había en el suelo y prendimos fuego en uno de los asadores.
Improvisamos una cena con galletas y un salamín, y dedicamos el resto de la noche a disfrutar del silencio, la oscuridad y la sensación de estar lejos de todo.

Día 2. Viernes 28 de Abril de 2007

Llovía. Por la madrugada sentimos el sonido del viento y el ruido de la llovizna, al despertar los cerros que estaban a menos de 200 metros eran invisibles tras un manto de niebla.
Al mal tiempo buena cara, desayunamos y le preguntamos a Rosa donde comprar alimentos. Nos indicó que fuéramos a Piedra Blanca donde hay una despensa y un kiosco, para ello debíamos deshacer el camino que hicimos a la ida, llegar al pueblo y seguir la calle asfaltada hasta llegar a la plaza de Piedra Blanca.

Llegamos a la despensa y compramos alimentos para el resto de nuestra estancia: frutas, verduras, pastas, latas, pan, y fundamentalmente salamines y chocolates, en total gastamos $50. Los precios eran similares a los de Buenos Aires.

A la vuelta pedimos un remís por teléfono, mientras lo esperábamos cayó un chaparrón que apenas nos mojó. El viaje en remís fue entretenido por el mal humor del conductor, el hombre maldecía el camino de tierra que estaba húmedo y en mal estado. El motor se detuvo varias veces en las subidas, por momentos pensamos que íbamos a tener que seguir a pie. Finalmente llegamos al parador, el chofer nos cobró $12 y dijo que nadie de la remisería nos iba a volver a traer con el camino en esas condiciones.

Valiéndonos de nuestro calentador a gas cocinamos fideos y acompañamos con un poco de salsa enlatada. Luego del almuerzo nos dejamos llevar por el cielo gris y la humedad, entregando nuestras horas a la siesta.

Por la tarde conocimos a Juan "El Largo", dedujimos que el apodo se debe a su notable estatura. Resultó ser una persona muy amable, de buena conversación y con sentido del humor. Nos explicó que en esa zona el viento del norte trae mal tiempo, y al soplar el viento sur se suele despejar el cielo. Había viento norte.

Mas tarde volvimos a caminar hasta Piedra Blanca para buscar pilas para la linterna y una bombilla para tomar mate, la caminata de ida y vuelta nos dejó cansados.

Al caer la noche intentamos encender fuego, tarea nada sencilla cuando la leña esta húmeda. La cena fue un plato de arroz con atún, seguido de un café y la compañía de las llamas, bajo un cielo rosa oscuro que prometía lluvia durante la noche.

Día 3. Sábado 29 de Abril de 2007

Nos despertamos cerca de las 10:00, el cielo que se estaba despejando, no había sol pero quedaban pocas nubes y lo mas importante no había niebla.
Charlamos un rato con Juan que es nativo de Merlo, nos contó que técnicamente el parador El Escondido se encuentra en la provincia de Córdoba y que el límite provincial esta marcado por el arroyo Piedra Blanca, que cruza el camino de tierra que termina en el parador.

Le consultamos sobre como llegar el cerro de Las Ovejas, dijo que el cerro se encuentra internándose entre las sierras, pero que no tenía un distintivo especial y no era fácil diferenciarlo del resto de los cerros. Dijo que estaba bastante lejos y que para llegar se demoraba un día a caballo. No supo decirnos si el cerro se encontraba en territorio de la provincia de San Luis, ni si era el cerro mas alto de la provincia.

Sin un sendero, indicaciones claras o las coordenadas del lugar, no tenía sentido tratar de encontrarlo. Así que nos propusimos visitar las sierras que rodean Merlo y familiarizarnos con la zona. Tomamos un breve desayuno y nos preparamos para subir uno de los cerros que están al lado del parador.

Estos cerros son distintos a los que estábamos acostumbrados, están tapizados de pastos altos, hierbas medicinales, y plantas con espinas de diverso calibre. Además tienen bastante pendiente y entre los pastizales hay piedras grandes que no están del todo firmes.

Cerca del mediodía comenzamos el ascenso, para lo cual elegimos una cima y subimos por donde nos fue posible dado que no había senderos. En media hora de ascenso se aumenta suficiente altura para disfrutar una vista panorámica.
Es inevitable percibir el aroma a hierbas medicinales que se desprende en cada pisada: poleo, menta, peperina y manzanilla entre muchos otros que no supimos identificar.

Un par de horas después habíamos llegado a la cima, desde allí la vista era hermosa, con la ciudad de Merlo en el centro y mas allá el valle del Conlara. Nos dispusimos a almorzar, mientras algunos cóndores volaban muy cerca sobre nuestras cabezas.

Cerca de las 15:00 comenzamos el descenso, motivados porque no sabíamos cuanto tiempo nos iba a demorar bajar por la pronunciada pendiente. La bajada fue complicada y mas de una vez hubo algún resbalón que terminaba con la cola en el suelo, pero volvimos sanos, salvos y con nuestras ropas llenas de espinas.

Al volver nos encontramos con Juan y su familia que estaban tomando mate, así que aprovechamos la invitación y nos quedamos a acompañarlos. Conocimos la casa de Juan que es un antiguo puesto de montaña con paredes de 40cm de espesor compuestas de piedra y cemento. Mas tarde pedimos permiso para ducharnos en el baño de la casa de Juan (tienen un termotanque a leña).

Al anochecer nos dedicamos a restaurar una pava que encontramos entre las cenizas del asador y luego a cenar. La cena fue una ensalada de papas con atún y huevos duros caseros que nos dio Rosa.
Juan nos indicó donde encontrar leños secos, así que trajimos algunos troncos y nos quedamos hasta tarde desafiando al frío con las brazas del asador.

Día 4. Domingo 30 de Abril de 2007.

Nuevamente nos despertamos tarde, eran pasadas las 10:30, el día era frío, seco y soleado. Tomamos un desayuno veloz y le pedimos a Juan que nos mostrara algún sendero que llevara hacia el filo de las sierras que se podían ver desde allí.

Un poco antes del mediodía partimos por un sendero claramente marcado, media hora después habíamos subido mas alto que en nuestro anterior ascenso y con muchísimo menos esfuerzo. Allí Juan se separo de nosotros y nos dio un par de indicaciones sobre la dirección a tomar para alcanzar el filo siguiendo una senda poco marcada.

Perdimos la senda. Por mas que buscamos y buscamos, no logramos encontrar el sendero que subía por la ladera de los cerros hasta llegar al filo. Empecinados en cumplir nuestro objetivo exploramos distintas laderas, buscando la que menos pendiente tuviera, o fuera mas fácil de subir. Perdimos la paciencia y terminamos subiendo (al igual que el día anterior) por donde pudimos, sin sendero, de a ratos en cuatro patas, sujetándonos de las piedras y viendo como las piedras que se soltaban rodaban por la pendiente durante un buen rato hasta detenerse.

Pasadas las 15:00 llegamos al filo, con el sol en la espalda y la emoción de quien logra vencer dificultades y tentar a la suerte en algo que pudo terminar en un hueso fracturado.
En el filo de las sierras, el viento era fuerte y frío. No hay palabras para describir la vista desde ese lugar, estábamos muy alto y el parador desde donde partimos apenas era un punto blanco al norte. Al sur podía verse el cerro de Oro y el camino de tierra que permite a los automóviles llegar hasta un lugar similar al que llegamos nosotros. Al oeste la ciudad de Merlo, los pueblos que la rodean, y en el horizonte la silueta de las sierras centrales de San Luis.
Éramos insignificantes en ese paisaje, el viento, el sol, el aroma a hierbas, el silencio y la soledad de ese paraje justificaba todo el viaje a Merlo.

Apenas nos pudimos quedar una hora y embravecidos por algunas tabletas de chocolate y sandwichitos de salame, comenzamos el descenso. Caminamos por el filo de la sierras en dirección al parador, para luego elegir una ladera por donde comenzar a bajar.
En la bajada perdimos de vista el parador y pusimos a prueba nuestro sentido de la orientación, atravesamos un espeso bosque de árboles que crecían en la ladera por donde descendíamos y con las últimas luces del sol encontramos el sendero que nos llevaba al parador.

Llegamos cerca de las 18:00, muy cansados y sin apetito, solo queríamos descansar. El sol se ocultó pronto y no nos dio tiempo a cocinar.
Por la noche preparamos una olla de lentejas con salsa, disfrutamos del cielo lleno de estrellas, y nos fuimos a dormir con el susurro del pequeño arroyo que teníamos cerca de la carpa.

Día 5. Lunes 1 de Mayo de 2007.

Nos despertamos pasadas las 10:30 y vimos a Juan preparando fuego en el asador, el día estaba soleado y nos enteramos que esperaba turistas que venían a almorzar un asado. Nos invitó al festín y aceptamos gustosos el ofrecimiento.
Luego de darnos una ducha nos acercamos a conocer a los visitantes, eran tres parejas de alrededor de 60 años provenientes de la provincia de Buenos Aires. Resultaron ser buena gente, con buen humor y buenas historias que contar. Pero mas simpáticos se volvieron (y nosotros también) después del primer vaso de vino tinto que nos sirvió Juan.

El almuerzo comenzó con varias docenas de empanadas criollas armadas por Rosa y cocidas en una olla con grasa pella que estaba apoyada sobre las brasas. Luego aparecieron sobre las tablas de madera, distintos cortes de carne, chivito, chorizo y morcilla todos provenientes de las cercanías de Merlo. Un manjar.

Mas tarde, promediando la sobremesa, Rosa hizo una demostración de cómo preparar torta, nosotros creíamos que era un bizcochuelo, pero mas bien era un pan con grasa cocido dentro de una lata de dulce de batata sobre las brasas.

Cuando la torta estuvo lista apareció el mate y nos quedamos charlando hasta que el sol comenzó a bajar. El costo diario de la carpa fue de $12 ($60 en total), y dejamos a voluntad $20 extras por el asado.

Desarmamos la carpa, y Juan nos alcanzó hasta el centro de Merlo, allí fabricamos unos sandwiches y esperamos hasta las 20:30 cuando debió salir nuestro ómnibus.
El servicio de las 20:30 de la empresa TAC se demoró mas de una hora, y luego tuvo problemas mecánicos en la ruta, motivo por el cual en lugar de llegar a Buenos Aires a las 7:50, llegamos a las 11:30.

Algunos Comentarios

En este viaje por fin logramos romper con la costumbre de tratar de hacer muchas cosas en poco tiempo, desgastándonos al punto de no detenernos a disfrutar lo que hacemos. Es cierto que no pudimos conocer el cerro de Las Ovejas, pero estamos mas cerca de hacerlo que cuando partimos de Buenos Aires.
Adaptamos nuestros intereses a la medida de nuestras ganas de descansar, en lugar de adaptar nuestro descanso a la ambición de nuestros intereses.

Hay que tener cuidado con la información que se recibe en la oficina de turismo de Merlo sobre campings y actividades fuera de la ciudad, tenemos la sospecha de que se intenta retener a los turistas dentro de Merlo dando información que influya a quedarse (por ejemplo, diciendo que un camping en otro pueblo está cerrado, cuando en realidad realmente no saben si eso es cierto). Del mismo modo, no había publicidad en la oficina de turismo del parador "El Escondido" por estar fuera de Merlo, y sin embargo resultó ser un lugar mucho mas bello que los campings que visitamos dentro de Merlo.

Un dato interesante es que en los alrededores del parador, y en las cimas cercanas hay señal para teléfono celular.
Hay dos teléfonos donde es posible comunicarse con el parador, el celular de Juan (02652)15666344 y el teléfono de la casa (02652)477767.



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