El Paseo de la Costa está ubicado a pocas cuadras de la Capital Federal, en el partido de Vicente López de la provincia de Buenos Aires.
Nos reunimos a las 9:00 en la terminal de tren de Retiro y por $0,50 por boleto viajamos en el tren de la ex-línea Mitre hasta la estación Rivadavia, el viaje dura 20 minutos. El tren estaba limpio y tenía aire acondicionado. Esto resultó chocante, el costo de viajar en tren con aire acondicionado es el mismo de viajar en el tren que va a Zarate, las diferencias resultan obvias y lamentables.
Saliendo de la estación caminamos por la avenida Maipú hasta llegar al cruce con la calle Laprida, luego por Laprida en dirección al río, la caminata son alrededor de 8 cuadras. Al llegar al final de la calle Laprida se llega al Paseo de la Costa.

El Paseo de la Costa se extiende sobre la calle Vitto Dumas bordeando la costa del Río de la Plata, a un costado de la calle se encuentra una zona parquizada con césped y casi sin árboles que den sombra. Del otro lado hay una buena cantidad de restaurantes de distinta categoría y con distintas propuestas.
Entre otros hay locales de panchos, cerveza artesanal, panqueques y parrillas, los precios son un poco elevados y en general se acepta únicamente efectivo como medio de pago.
Llegamos cerca de las 10:00 y el lugar estaba desierto, apenas había algunas personas trotando o paseando en bicicleta y la mayoría de los restaurantes estaban cerrados. Aprovechamos la quietud del paisaje para tomar un desayuno con vista a un río poblado de veleros.

Caminando en dirección a Capital Federal se encuentra un pintoresco puente peatonal rojo, que al cruzarse lleva a un extenso predio parquizado que está abierto de 9 a 19. En este sector hay distintas variedades de árboles, mesas para picnic y hasta una rayuela. Además hay un camino peatonal que bordea la rivera del río y donde encontramos una buena cantidad de pescadores.
Caminando en dirección contraria a Capital Federal hay al menos 6 cuadras de una ancha franja de césped sin sombra por donde se puede pasear o buscar algún restaurante donde sentarse a tomar algo con vista al río.
Habiendo recorrido el lugar, nos dedicamos a hacer tiempo para que llegara la tarde, momento en el que se nos uniría gente de la lista de correo para remontar barriletes.